domingo, 27 de marzo de 2011

Redescubriendo Machu Picchu(Documental Completo/45Min)

Machu Pichu se reencuentra con sus reliquias



Patrimonio repatriado. Después de hallar la ciudad inca en 1911, el explorador estadounidense Hiram Bingham trasladó a su país cerca de 46.000 piezas encontradas en el lugar. Tras décadas de disputas con la Universidad de Yale, a finales de marzo retornarán a Perú

Esta historia comienza en 1911, cuando en una de sus exploraciones a Perú, Hiram Bingham, profesor de Historia y Geografía de Suramérica en las universidades de Harvard y Princeton, llegó a Cusco y el 24 de julio se topó - en medio de la cordillera de los Andes - con una ciudad de piedra cubierta por los árboles y la maleza, y construida sobre un promontorio rocoso. El mundo descubría Machu Picchu.

La ciudadela, un santuario de alto rango, habría sido levantada en 1500 y abandonada hacia 1570, después de la llegada de los españoles (hay signos de severos incendios atribuibles a ellos). Se cree que era el mausoleo del inca Pachakuteq, el fundador y primer emperador del Tawantinsuyu (nombre del imperio incaico).



Los vestigios incas que Bingham desenterro en sucesivas expediciones se encuentran hasta ahora en el Museo Peabody de la Universidad de Yale, pero a finales de este mes de marzo parte de ellos - 363 piezas aptas para ser expuestas y un lote de 1.000 fragmentos – retornara a Perú. Es la primera etapa de una devolución que debe concluir a más tardar en 2012, cuando la totalidad de los elementos extraídos deban ser entregados, según el Ministro de Cultura de Perú, Juan Ossío: “Todo será devuelto”. El funcionario es enfático, pues hace algunos días un diputado peruano abrió la polémica al denunciar que solo retornaría una quinta parte de lo que hay en Yale, lo que fue desmentido por el canciller José Antonio Garda Belaunde. Y es que el asunto es una demanda nacional, que llevó al gobierno de Alan García a iniciar en 2010 “una campana legal, académica y mediática” para recuperar las reliquias, incluida una marcha en Cusco liderada por el mandatario.

En 1912, Bingham regreso a Machu Picchu a la cabeza de la Expedición Peruana, auspiciada por Yale y la National Geographic Society. Se despejo el bosque (lo que permitió descubrir lo que se conoce hoy) y comenzaron las excavaciones y el envío de material al Museo Peabody. Entre 1914 y 1915 el explorador estadounidense realizó una segunda expedición y nuevas excavaciones. Dos años después comenzaron los problemas entre Perú y Yale. Cuando el país suramericano pidió a la National Geographic el regreso de los objetos, la institución respondió que el asunto podía demorar, pues Bingham participaba en la Primera Guerra Mundial.

En1920, Perú insistió y al año siguiente logró la devolución de 47 cajas que -según Yale - correspondían a lo extraído en 1915y1916. ¿Y el resto? De acuerdo con Yale, para lo extraído en 1912 regían las leyes peruanas de 1852 que permitían a los excavadores quedarse con los objetos que encontraran. Perú alega que un decreto de 1893 prohibía la exploración y excavación sin una licencia y Bingham no la habría tramitado; así mismo, en una resolución de 1912, al estadounidense se le autorizaba extraer los restos por 18 meses, además de reservarse el derecho de exigir la devolución de lo que se extrajera luego. Yale reconoció dicha normativa sólo para las piezas de 1915 y 1916.

El caso es que la universidad se quedó con los 46.362 elementos y fragmentos (restos óseos, cerámicas, objetos de metal, madera, piedra, entre otros), cantidad que fue cifrada por un equipo de especialistas peruanos que viajó a Yale en 2008.

Trafico de bienes

Los conflictos por tesoros culturales no son nuevos, aunque se pusieron en el ojo público sólo después de los saqueos de arte realizados por los nazis. El gran hito de esa preocupación es la Convención de la Unesco de 1970 contra el tráfico ilícito de bienes culturales (ratificado por 120 Estados, entre ellos Inglaterra, Estados Unidos y Francia). Pero al no ser retroactiva, no aplicaba para la disputa entre Perú y Yale.

La batalla se reinició en el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006), que retornó las conversaciones con Yale. En 2005, la National Geographic reconoció que los restos eran propiedad de Perú y que debían ser devueltos. En 2007, con Alan García en la Presidencia, Yale y Perú firmaron un memorándum de entendimiento, cuyas condiciones eran muy desfavorables para la nación suramericana, pues, entre otras cosa la universidad podía quedarse por 99 años más con los “objetos de estudio”; por esa razón el documento fue archivado.

En 2008, las negociaciones fracasaron y Perú demando Yale ante los tribunales estadounidenses. En septiembre del año pasado se celebró una audiencia en la que las parte presentaron sus argumento y al mes siguiente Perú anunció la campana para recupera las reliquias. Todo a la espera de que en diciembre de 2010 o en enero de 2011 la Corte d Connecticut decidiera sobre 1a prescripción del asunto (según reclamaba Yale). No fue necesario, pues e1 19 de noviembre el presidente Alan García anunció a los peruanos la decisión de la universidad de “entregar en su totalidad todo los bienes, fragmentos y parte que fueron tomados de Machu Picchu por Hiram Bingham hace casi un siglo”.

El valor de las piezas

De acuerdo con un documento elaborado por la Universidad de Yale en medio de la disputa con Perú, es un mito que esos materiales sean tesoros únicos y valiosos: “Son muy parecidos a materiales encontrados en otros sitios incas tales como Sacsahuaman y consecuentemente fueron de muy poco interés para el Gobierno peruano en 1912. Todos los materiales son similares a los que se hallan en museos y colecciones privadas y no son únicos en su tipo”.




La académica peruana Mariana Mould de Pease, historiadora de la conservación cultural, replica: “Es que tesoro no es sólo el oro o las joyas; hay tesoro en la información. Son piezas muy valiosas porque fueron extraídas de las tumbas cuando éstas no habían sido depredadas. Lo que vale, lo verdaderamente rico de las piezas de Yale es el contexto funerario, que da información sobre la vida prehispánica, en este caso de los incas. Concretamente, se pueden hacer estudios de ADN, sobre las enfermedades que padecían, las formas de vida, las creencias religiosas, tener un entendimiento mucho mejor de la vida prehispánica.”

Cuestión de identidad

Luis Lumbreras, arqueólogo y ex director del Museo Nacional de Arqueología y Antropología de Perú, aporta otra perspectiva: “En efecto, no es ningún tesoro. No estamos rec1amando un tesoro con valor metálico, sino histórico, testimonial. Son únicos porque representan hechos y acontecimientos únicos ocurridos en ese lugar, que es emblemático para nosotros.”

E1 punto para él no es el mayor o menor estudio, porque eso se puede hacer en Perú o en cualquier lugar: “Es un tema de autoestima, más ético y jurídico que científico. Es también un elemento de pertenencia; no hay razón para que las cosas que son de Machu Picchu estén fuera”. Desde finales de mes no lo estarán más.

Cuando lleguen a Lima, las piezas serán expuestas unos días en el Palacio de Gobierno y después serán trasladadas a la Casa Concha, un palacio inca en el centro de Cusco que albergará al Centro Internacional para el Estudio de Machu Picchu y la Cultura Inca, según un convenio firmado por las universidades de Yale y San Antonio Abad de Cusco. El lugar es acondicionado para el montaje de los cerca de 363 elementos aptos para exhibirse y el almacenamiento de los 1.000 fragmentos que llegan ahora y los más de 40.000 que se recibirán hasta 2012.
Eso mientras se construye en Cusco el Gran Museo del Tawantinsuyu, cuya primera piedra se espera que se coloque en mayo de este año. Será un centro dedicado a la cultura inca y a su expansión, en el que habrá un área para exhibir estas piezas. Por ahora, Perú aguarda con ansias sus reliquias prehispánicas, justo cuando se celebra el centenario de la llegada de Bingham a Machu Picchu. Cien años después, esta historia retomará su curso peruano.

El debate por el descubrimiento

En Machu Picchu hay una placa en honor a Hiram Bingham, el “descubridor científico” de la ciudadela. La especificación vale, pues el estadounidense no sería el descubridor del sitio. Allí habitaban dos familias y fue llevado por Melchor Gaspar, que vivía más abajo y conocía la existencia de unas ruinas. Ni él ni esas personas sabían que las ruinas eran una ciudad inca; eso lo notó Bingham cuando fue conducido por el hijo de una de las familias a las casas y cuevas donde él jugaba.

También se dice que Agustin Lizarraga - buscando tierras de cultivo - habría llegado allí en 1901, Marian Bingham, nieta del explorador, reconoció al diario EI Comercio de Perú: “Mi abuelo no descubrió Machu Picchu”. Como sea, lo de Hiram Bingham fue mucho más que el conocimiento o la visita de un lugareño: le reveló al mundo que había allí.
Hiram Bingham nació en Hawai, en 1907 y estudió Historia y Geografía de Suramérica en la Universidad de Yale.